Aunque, admítelo, durante esos segundos que tardaste en escanear el QR, la idea fue real. Lo que viste te llamó lo suficiente como para imaginarlo posible. Y eso, por un momento, bastó para que existiera.
Es fascinante lo que los humanos podemos hacer cuando algo nos parece posible.
Necesitamos más de esos segundos: instantes en los que imaginar otra forma de ciudad, otras maneras de convivir, de cuidar y de compartir el espacio.
Esto no es un anuncio de obra.
Es una invitación a imaginar lo que podría ser.